Una de las mejores experiencias que puede tener cualquier escritor es compartir una Feria del Libro. Se trata, por supuesto, de un laberinto de lecturas, de disfrutar con amigos y colegas; pero, sobre todo, del contacto con el público lector. Como experiencia personal, debo decir que en el stand de Caza de Libros siempre se respira un aire de camaradería y jolgorio que se suele contagiar al visitante. Es muy grato cuando alguien mira descuidado, entre la amplia oferta de libros ante sus ojos, como ventanas a otros mundos, los rojizos ojos de un gato. De pronto, alguien dice: "Ahí está el autor", y vienen las preguntas y los apretones de manos. Eventualmente una dedicatoria o una foto. Siempre que le firmo un libro a un niño me pregunto: será este joven, en un futuro, un escritor que me dedique un libro? Recordará con alegría las aventuras de cierto gato de nueve vidas? Por eso escribimos y leemos, porque siempre hay un mañana que fabular.
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